Cualquier investigador que se precie debe aprender a hacer buenas gráficas. Es de vital importancia para nuestro objetivo fundamental de transmitir, de una forma eficiente y eficaz, los resultados del trabajo al que hemos dedicado tantas horas de nuestra vida. Cuando te enfrentas al reto de escribir tu primera publicación, algo que puede parecer tan trivial como hacer una gráfica, no llega a serlo tanto, si bien es cierto que la experiencia subsana los fallos de principiante. Para que os hagáis una idea de lo que quiero decir, a continuación os muestro dos claros ejemplos de gráficas, una mala y una buena.
En primer lugar, podéis observar la gráfica mala (Fig. 1). Como veis, esa imagen habla por sí sola. Una gráfica de barras tridimensional y que no se sabe qué información quiere dar, aunque intuyo por el texto de la fuente que algo relacionado con la cuantificación del entrenamiento en el futbol. Además, el eje horizontal quiere indicar los días de la semana, pero incluye el domingo dos veces, y con el mismo valor. Qué decir de los colores que utiliza, tanto para el fondo, como para las barras, ¡¡¡si hasta emplea el mismo color para martes, miércoles y jueves!!! Por no hablar de la leyenda de la derecha que no aporta nada, de los cuadros en líneas discontinuas que contienen letras o de los balones dibujados encima de las barras de los domingos. En fin, que esa imagen podría representar perfectamente la antigráfica.
Fig. 1. Gráfica mala. Fuente
Pasemos ahora a la gráfica buena (Fig. 2). A sabiendas de que siempre se pueden mejorar cosas, expresa de un modo bastante claro la comparativa para dos años distintos, entre los resultados obtenidos por cada uno de los partidos políticos en las elecciones al parlamento europeo.
Fig. 2. Gráfica buena. Fuente
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